miércoles, 15 de junio de 2011

Camino de un Ermita

Yacía ahí, postrado se preguntaba ¿por qué era tan imprecisa la vida?, ¿por qué ese cansancio espiritual lo acechaba día tras día?, no encontraba respuestas a lo complejo que era el entorno, a lo complejo que tenía por realidad, incluso llegaba a pensar; "no será más fácil acaso la existencia de un dios para mí que todo lo solucione, no será más fácil para mí simplemente vivir y dejar de cuestionarme esta realidad".

Conforme pasaba el tiempo el joven se veía cada vez más acechado, trastornado por la incertidumbre, por la imperfección que todos creemos es tan perfecta. Un buen día decidió abandonar su hogar, y comenzó a caminar sin parar durante tres largos días, hasta que se vio alejado, aislado totalmente del medio social, de ese sitio que le parecía tan horroroso y devastador, en ese preciso instante tuvo conciencia de que había llegado a una gran montaña sin percatarse, comenzó a meditar, dentro de su mente pensaba, habitaba; ya no había más jazz, no arrancaba más acordes de su dulce instrumento, su mente jamás se vería contaminada por libros y distintos pensamientos contemporáneos que se tenían como dogma. No pensaría jamás en el salvajismo racional del cual todo ser viviente es víctima.

Así pasó lentamente el tiempo con su dulce y bella soledad, encontrándose a cada momento tan sólo con su pensamiento, su alma, su estado físico se fue deteriorando, pero nada más importaba porque en ese momento ya se había creado 10 mundos en los cuales al mismo tiempo habitaba y habitaría por siempre, 10 mundos libres de obsolescencia pre programada, de muertes, de abusos. 10 mundos que perdurarían por siempre...

No hay comentarios:

Publicar un comentario