jueves, 24 de enero de 2013

CATALINA




Don Manuel era un ciudadano ejemplar clase media, ortodoxamente católico, conocido en toda la colonia no por el famoso negocio de tamales del cual era acreedor, si no por su personalidad extrovertida y positiva, siempre saludando a todo vecino en la colonia, y ofreciendo su ayuda en todo momento cuando alguien la necesitaba, un individuo realmente altruista.

Enviudó cuando tenía alrededor de 50 años, ó no sé si eran más ya que siempre se le ha visto joven, al menos su alma lo es,  aunque su pelo es canoso y su rostro cansado, digamos que su aspecto físico dice lo contrario.

Su esposa llamada Catalina fue siempre una mujer sana, delgada, salía al parque a caminar, el parque por donde Manuel tenía su negocio de tamales que anteriormente pertenecía a su padre don Manuel. Según me narraban mis abuelos esos tamales eran el éxtasis en la colonia, las señoras gordas presurosas jalando a sus hijos de la mano como queriéndoles arrancar el brazo mientras estos jugueteaban distraídos acudían tempranamente e incluso era un fenómeno peculiar de homogenización que hasta la fecha lo observaba es decir los mismos patrones, como si fuera un ritual sempiterno.

Catalina esposa de Manuel poseía una personalidad demasiado introvertida, no hablaba con casi nadie en la colonia, sólo utilizaba sus energías vocales para aspectos necesarios como para pedir algo en la tienda, ó algún convencionalismo como decir buenos días apenas, como si le costara trabajo articular una simple frase, y aunque a ciencia cierta me considero una persona hasta cierto punto introvertida y huraña, siempre observé mientras hacía fila en las tortillas y coincidíamos, un cúmulo de misterios que albergaba la mirada de catalina con esa sonrisa media decaída.

Y no fui el primero, supongo que las mujeres suelen ser más observadoras. Las voces y los rumores en torno a Catalina no se hicieron esperar, corrían por todo aquél sector, era tema de conversación especialmente de las mujeres mientras barrían la calle, ó mientras se encontraban en la cola esperando a ser despachadas por Esperanza la mujer de la tortillería que a diferencia de Catalina andaba siempre con una gran sonrisa pintada en el rostro.

Siempre se escuchaban las características ó interrogantes tan triviales que le adjudicaban y que pueden sonar hasta a clisé, porque cuando se habla en grupo de otra persona nunca se es creativo, el pensamiento se limita tanto, que sería mejor existir solos y quedarnos callados como la hermosa Catalina solía hacer; “¿Por qué será tan callada?”, “que sangrona es Catalina,” “será porque no tiene hijos” , “¿Por qué no le ayudará a Manuel con la venta de tamales?” y tópicos de esa índole que siempre parecen no tener sentido más que el único sin-sentido, sin-razón de hablar por hablar, ó dicho en otras palabras gastar saliva a lo estúpido…

Doña Catalina fue siempre un enigma para todos los vecinos en la comunidad, y más aún su prematura muerte a la corta edad de 45 años, era una mujer hermosa, como lo he mencionado anteriormente gozaba de buena salud, al parecer según Manuel fue un paro cardiaco, algún tipo de infarto fulminante, nunca aclarado, y hacía bien en dejar la interrogante y brindar pocos datos de su muerte, pues realmente a sus clientes y a los habitantes de sus alrededores, de su barrio qué nos importaba

El servicio funeral de catalina fue demasiado rápido, acudieron al sepelio gran cantidad de personas, algunos familiares de catalina, que en realidad y para ser precisos fueron pocos, los demás vecinos amarillistas y chismosos pretendiendo brindar su apoyo a don Manuel (que al menos a mí me pareció su misión era más la de terminar con la azúcar, las galletitas, el café, y tamales que había preparado  para los asistentes) , el cual se veía realmente tranquilo como si no fuera a vivir en soledad el resto de sus días.

Poco pasó para que Manuel se “repusiera,” realmente poco tiempo, al siguiente día de haber incinerado a su mujer, a la mujer que amaba, volvió al trabajo, felíz se le veía, no había rastro de luto en su persona.

Pasaron algunos años, yo dejé la ciudad (específicamente la colonia), debido a cuestiones laborales el negocio de Manuel siguió creciendo por un tiempo.

Debo aclarar antes de concluir esta narración que los tamales de Manuel eran los mejores del rumbo, no sólo de la colonia, su especialidad eran los de carne, esos llamados rojos, ó verdes, eran los de mayor demanda. Personas de colonias aledañas llegaban a hacer colas eternas para adquirir por una módica cantidad uno de esos tamales acompañados de un atole.

Al regresar después de mucho tiempo (realmente unos tres años) me sorprendí al ver el pequeño local que ocupaba el negocio de don Manuel en renta. Indagué un poco al respecto y como argumento general obtuve que al parecer don Manuel fue arrestado. Tenía ciertos antecedentes penales por homicidio, al parecer la vida que llevaba fue algo turbulenta, nunca se pudo comprobar que él hubiese cometido dichos actos catastróficos y denigrantes, por lo cual fue puesto en libertad. Posteriormente conoció a Catalina y contrajeron nupcias. Después de muerta ésta, y de una ardua investigación se comprobó que el cadáver de la susodicha nunca llegó al horno, mucho menos al panteón.

Al parecer don Manuel hizo pedazos al cancerígeno, maltrecho y hermoso cuerpo  de Catalina y lo guisó. Puedo imaginar el olor a cabellos quemados, si es que no rapó el cadáver antes de hacer cocción con este, el frío olor a metal de la sangre que emanaba el cuerpo hermoso de catalina, mientras la hacía pedacitos para que cupiera en la olla.

El cadáver de doña Catalina terminó siendo un manjar para los clientes (y ahí me incluyo) de don Manuel sin que lo supieran, lo paradójico del caso fue que aquello tuvo lugar en el mismísimo funeral de la hermosa Catalina, igual los tamales aún hechos con carne humana seguían siendo ricos y más de una carne de un cuerpo tan hermoso como el de Catalina …
Después de ser arrestado don Manuel aceptó los cargos en su contra, y las aproximadamente 500 demandas (500 tamales hechos con un cuerpo humano, 500 tamales devorados por la clientela) que interpusieron los mismos.

Para ser sincero dicho acto me pareció un poco falso e hipócrita por parte de todos aquellos que acudieron al funeral, pienso; quizás Manuel hubiese tenido 501 demandas de haber incluído la mía, pero debo confesar que se lució con los tamales, aquellos tamales de Catalina eran los mejores que había probado hasta el momento acompañados, nadando en mares de salsa y picante, el rompecabezas Catalina, el enigma que albergaba su trémula carne el alimento la hermosa Catalina yacía en mí y en varias personas.

Dichos tamales parecían haber sido hechos para los mismos dioses, quizás ninguno de los hipócritas que actuaron de manera legal en contra de Manuel lo  negaría, y de tener presente otros 1000 tamales de aquél simétrico y perfecto sabor, y de tener la oportunidad el juez que lo condenó de probar alguno de ellos, estoy completamente seguro que lo exoneraría, e incluso debo ser realista, los volvería a comer quizás así recordaría la vez que realmente  conocimos  a la hermosa, a la cohibida Catalina…

sábado, 19 de enero de 2013

Topografia "Danielesca"


Soy
El border bueno para nada
Malo para todo
que necesita atención,

el hastío, las deshoras en que te encuentras conmigo,
y no quieres nada
ese soy …

Mi mal olor
que me deja solo,
las penas y las quejas
que me trago mientras espero,

el solucionador de problemas,
de desigualdades
que poco importan…

el sin Dios y sin Diablo,
el de los demonios
internos ese yo...
pseudo Guevara haciendo una revolución...

el que espera y miente...
...porque no espera nada

Puedo ser lara sucio
cantándote en el puerto una canción
mientras voy cayendo en el tiempo de las gentes
y las conversaciones que no me agradan,
que se meten en mi mente
mientras voy en el camión

El secuestrado en su abismo
ese señor y amo
prestamista a sueldo de las desolaciones,
teórico del desasosiego...

El todos los días tan iguales
al igual que las personas
que se creen tan diferentes…

amasijo de palabras malhechas en el meollo de quien dice ser...

Crudo, obstinado, quejumbroso, "melancohólico", intolerante, cansado, orgulloso,
solo,
así,
así soy…


martes, 15 de enero de 2013

¿Sí?


Te escribiré por un motivo;
porque no tengo más que hacer,
y quiero jugar con palabras un poquito
al poeta borracho y panzón acosado por la muerte,
mientras bebo etanol ó inhalo pegamento.
(ya sabes para abrír los sentidos).

Pretenderé sacarle  metáforas al aire
y hablar bien hasta del borrachito sucio
que anda mendigando por los suelos...

Te escribiré solo para sentirme bien conmigo,
no te diré lo mucho que te quiero,
sólo escribiré para hacerte saber las "grandes ideas" que almaceno,
para que sepas las tristezas, las muertes y los demonios
que albergo,
las guerras sin cuartel que en tu ausencia libro y siempre pierdo,
los desengaños que me trago a diario
y con soledad aderezo…

Para que sepas que puedo ser un Neruda,
ó un Benedetti,
ó mejor aún un Rimbaud traficante,
mayorista del desasosiego
de amores inexistentes con mi respectiva rodilla cancerígena
y una botella medio-acabada de frases bonitas,
de opio y vino…

Pero no te hablaré de las estrellas
que iluminan por las noches al igual que tu sonrisa,
no, no quiero,
ó de tu presencia
que ilumina oscuridades
por las que a diario con solo mi sombra
transito…

Mejor no te escribo corazón,
mejor voy a beber un poquito…

domingo, 13 de enero de 2013

Cenizas

Así como ese pedazo de madera viejo, carcomido cansado que en un momento fue nuevo que yace en mi sala como vestigio de mesa, mi alma ha tratado en vano de vencer a los rezagos y perjuicios de la vida, el sol permanece joven, hasta el viento que me ha ahogado brutalmente con su brisa oxigenada, aún cuando han vivido más que yo, pero mi cuerpo persistente que trata de vencer al mal tiempo, terco, necio, empecinado, ridículo ante las resistencias de la vida a las cuales un día finalmente cederá, para terminar, como todo…

Sólo me queda esperar ante los destinos de la nada, me quisiera lanzar desde enormes edificios hacia el infinito, y ahí estallar, estallar y teñirlo todo con los recuerdos, las memorias de lo que fui, para después simplemente quemarlo y todo vuelva a ser cenizas, polvo desvaneciéndose en el viento, en las horas que vendrán.

jueves, 10 de enero de 2013

Incrédulo



Yo no creo en nada, ni en mí, sólo en la animalidad implícita de la humanidad, sólo que no es el más  fuerte el que domina, sino aquél quien que mejor se esconde bajo máscaras (las de la sociedad), aquel que se esclaviza a un sistema predeterminado (que se “educa” en su totalidad porque ni siquiera la inteligencia sobresale, sino la adaptabilidad, la aceptación, la sumisión), donde las cosas ya estaban hechas para ser usadas, pero nunca para ser modificadas, movidas, cambiadas.

No creo tampoco en la dialéctica, ni en la libertad, no la hay, y por qué habría de haberla si sólo somos esclavos de la mediocridad de la tendencia a lo mediano, de la misma vida que nos somete y envejece, que nos tira de un golpe de aire el cabello, y quema con arrugas nuestro rostro, del poco trabajo y la poca lucha por lo que realmente queremos, y que realmente en la mayoría de las ocasiones no queremos, nos hacen querer, nos hacen creer.

Y no, no puedo creer en nada, sólo puedo creer en aquello que escape de mi lenguaje, de aquello que no estructura mi pensamiento, puedo creer en todo lo desconocido, menos en esto, en esta hoja blanca a punto de ser violada por un conjunto de letras institucionalizadas. ¿Por cué qhingados escribo así?

A diario salimos a las calles, falsos exponiendo ideales que no son nuestros y que incluso creemos, el único gran y original ideal, sería el no ideal y hasta eso sería falso, todo lo demás es mera distorsión, mera pretensión estética.

La burocracia, los impuestos que no pago, las vidas pseudo-perfectas de las almas que plagan cines, tiendas y plazas, y el consumo absurdo son un proselitismo que sólo atenta contra nuestras mentes, y con la tierra, un consumo excesivo a través de un dinero de un sistema monetario que es respaldado por nada, sólo por los millones de simios que somos queriendo más y ser más que los otros, produciendo para lo que no sabemos, consumiendo hasta que morimos.

Sale cara la vida en sociedad, nos hace simplemente seguidores de nuestra propia esclavitud, des-identificándonos apriorísticamente, homogeneizándonos excluyendo todo aquello que es diferente, y todas, todas las épocas han sido iguales y la tendencia siempre apocatástasis…

Sólo somos esclavos dialécticos productores y consumidores de la  mierda que somos, ó que creemos ser...