domingo, 15 de julio de 2018

Una piedra, una historia...


Una historia inicia con una conexión celestial entre la imaginación y el lenguaje, una historia aún no redactada, y por redactarse es una especia, y especie en peligro de extinción; es una venta sin documentos, una novia sin anillo, o una nube que amenaza, y simplemente se va.

El siguiente es  claro  ejemplo de ello, pretendí hacer una historia con los siguientes argumentos, y de pronto, todo fue no más que una perpetua caída:

Conforme caminaba a mi destino… No, no creo en ello.

Dicha historia versaría sobre una piedra que yo encontraría camino a casa, dicha piedra (no de reductos de metanfetamina, sino una piedra que con el paso del tiempo se va formando y deformando) me contaría historias totalmente inéditas, desconocidas, de sucesos que le han acontecido, desde cómo llegó a tener una forma como el David de Miguel Ángel, a lo que ahora es; un mero cúmulo de asfalto y cerámica, y a raíz de ahí, dicha roca se decantaría por el nihilismo y algunas otras no doctrinas.

Pero eso no lo es todo...

Esa estoica, y ermitaña piedra, apelaría a mí a seguir sus pasos, y de hecho lo he hecho, por eso no concluyo ésta historia… 

La roca a dos metros de donde la deposité, me sigue mirando con desdén...

Mientras mis no manos de mármol me acometen a seguir tecleando.

No hay comentarios:

Publicar un comentario