Una vasta alameda
se refleja en mi memoria
Es como un sueño eterno;
sin inicio ni fin,
Sin estructura
En algún lugar se
debaten dos reyes en campos yermos (uno blanco, el otro negro);
Sus ejércitos los
han abandonado,
Solo los
cobijan infernales soles
Que en un súbito
momento
se irán, para
después volver
El humo fatuo que
exhalo de mi pipa es
un breve pensamiento
un segundo en mi
memoria,
y en el reloj
universal; ¡no existe!,
a punto está de
desvanecerse,
tiene la empresa
absurda
y condena de
pretender apresar
Lo imposible…
Edvard Manche, (1893); Skrik
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