miércoles, 8 de marzo de 2017

Entre la realidad y la ficción; viaje en el tiempo...

Hay que buscar a diario la diferencia en la repetición, siempre y cuando uno no quiera volverse clisé de sí mismo (ah ya redacté como clisé). Sin embargo a menudo pienso y como haciendo juicio a ésta trémula y sisífica realidad qué pasaría si un día al despertar todo fuera por completo diferente, principalmente divago en ello porque el tema de los universos paralelos en el último siglo con toda la cuestión de la teoría de la relatividad en su apogeo se ha más que explotado; series, películas, revistas, etc...

Una persona construye una máquina del tiempo, demás está decir que viaja en el tiempo y altera algunas cuestiones de su pasado, o del pasado en general; Un simple pisotón a un insecto, el hecho de tocar una hoja (entre otras trivialidades). El punto es que al querer volver al presente después de ir por el pasado de pronto todo se modifica, súbitamente miramos a personas caminando de manos (cuando menos) o ciudadanos con cabezas de moscas deambulando por ciudades cambiadas; nos quitan el cinépolis, el Starbucks, la comida china, el Wal-mart, deja de haber internet, triúnfa Marx, ¿¡internet!?, aún peor (¿o quizás no?); un apocalipsis  cuya causa se desconoce con certeza.

El hecho es preguntarnos si cualquiera de ésas realidades puede ser mejor que la que vivimos hoy en día; La narrativa dicta, es más que obvio que las personas que se ven involucradas en esos guiones hollywoodenses siempre optan por regresar, regresar, regresar, al punto de dejar las cosas como antes estaban, o al menos lo más parecidas, por más mediocres que sus vidas hayan sido, a pesar de ello, e incluso se nos instruye a través de ésos poderosos medios que hay que cargar con la roca (haciendo referencia a sísifo) por la cúspide, aunque sepamos de alguna manera que la misma nos vencerá, que terminaremos por ceder, para después volver a continuar (en el cruento presente). Si tuviésemos la oportunidad de alterar el futuro ¿Qué haríamos?
Despertar un día sin piernas, o aún mejor quizás despertar un día con al menos 8 patas y una fuerza extraordinaria para hacerlo todo, aún así la cuestión sigue en pie; ¿Qué haríamos?

Enfermedad, viaje en el tiempo fallido y redención.

Si miramos bien, de algún modo no es tan descabellada la idea de los viajes en el tiempo por algo se ha teorizado sobre ello (aunque las teorías son para locos...) mientras nuestro ser deviene de manera continua (algunas veces percatándonos, otras sin hacerlo, siempre lo hace, el ser lleva prisa por seguir); esperamos por fechas; las bodas, los xv, graduaciones, año nuevo, eventos de alguna manera considerados relevantes en la vida, algunos de mayor complejidad y magnitud tales como la enfermedad. Usted lleva una vida ordinaria, y por ordinaria me refiero a mediocre, un buen día, o mejor dicho un mal día, el peor día de su vida le informan que tiene una grave enfermedad, usted súbitamente hará un viaje en el tiempo, querrá tiempo, necesitará tiempo para llevar a cabo todo aquello que postergó, las horas vacías en las que esperaba la recepción de la boda de su tía, pariente o amiga le serán imprescindibles, recordará a Martin Mc Fly (Back in the future), querrá una máquina como la del afamado Doc, a pesar de que los procedimientos para hacerla funcionar sean ilegales (plutonio), y usted sea la persona más apegada a la normativa del mundo. Llorará en silencio, o a grito tendido, llorará...

Pero no desespere, lo suyo no es grave, le informarán después de algunos días, porque la ciencia falla, razón por la cuál no se puede viajar en el tiempo más que en la memoria. Entonces después de algunos días y desazones recibirá un llamado relevante, un llamado de una persona totalmente externa a su situación, una persona que quizás lleva una vida más mediocre que la suya, después de usted haberse tornado histéric@, después de haber amenazado a ésa persona anónima que desconoce toda la situación, sólo entonces usted comprenderá el llamado que le ha salvado el pellejo, todo fue un error.

¡Eureka! Ha tenido la experiencia de su vida, le ha sido posible viajar en el tiempo, surgirán proyectos para los años venideros, mismos que abandonará apenas llegue el fin de semana o el fin de jornada laboral, pensará “qué cagada, pensar que moriría”… Por unos momentos tendrá la maquiavélica idea de demandar a los médicos o a la máquina que le diagnosticó, a la par pensará e incluso dirá; “qué carajo, tengo vida”, echará todos sus proyectos al basurero, entonces volverá a cargar su inmensa roca por ésa pronunciada cúspide a la cuál está perpetuamente anclad@.


Mientras yo seguiré de éste lado redactando y esperando, bebiendo de ésta cerveza caliente, esperando no a viajar en el tiempo, sino a que me salgan 8 patas y una fuerza inmensa, o al menos si esperanzado y de manera fehaciente  que el perro del vecino deje de defecar en el pórtico de mi casa...






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