I can't
explain you would not understand
This is not how I am…
This is not how I am…
Comfortably Numb. Pink Floyd
Los días se habían tornado más lentos, mucho más lentos de lo
habitual tras su partida, ó quizás mi partida, las visitas al café, incluso el
mismo café, las cervezas no sabían igual.
Sentía de alguna manera como mi mente se iba trastornando,
deteriorando con el paso del tiempo, en el andar presuroso de las personas no
veía más que flechas, vectores que "jalaban" a las personas sin alma (ante mis maltrechos ojos, mi maltrecha percepción) siempre
presurosos de un punto a otro, con una violencia tal que reflejaba la misma
teoría vitalista-adaptativa; el débil perece, ¡así sea! (Nietzsche quizás se ectasiaría), gente presurosa por
llegar a sus destinos, la señora que sáca sus monedas de forma desesperada y
las deposita en el contador para ingresar al metro, el hombre atropellado en la
avenida por no cruzar por el puente y el tráfico que produce, y la parte de masa encefálica que dona al pavimento como si este la necesitara, la pelea del
hombre del mini bús con el hombre del volkswagen por no cederle el paso y
además haberle rayado toda la madre los ridículos puñetazos que al aire arrojan como boxeadores sin paga, y porsupuesto la gente chismosa.
Me parecía la vida tan hilarante, todo parecía ser como un
perfecto juego de caos un infierno magistral, del cual yo no quería ser
partícipe, pretendía ser un ente extrínseco, meramente contemplativo,
desgraciadamente me veía inmerso en dicho ciclo
a-huevioristicamente hablando.
Todas las actividades me parecían absurdas, de alguna manera me
burlaba de los demás. Al hacer una introspección, las mismas de cada noche,
traté de mirarme desde fuera, verme, tratar de percibirme como si fuera mi
vecino, ó una persona rara. Pensé que jodido, que loco estoy,
siempre con la mirada fija en el horizonte, y con la misma ropa sucia.
El hecho de hacer la vida rutinaria, trabajar hasta ocho horas,
tres comidas al día aunque no se tenga hambre, ó se tenga demasiada, ganar
algún dinero, para comprar. ¿Comprar?, si todo lo que quería era tan sólo estar
postrado, descansando, no mover ni un solo dedo, pues sentido no le encontraba.
Los fines de semana salir y beber un poco de cerveza por los bares
de la ciudad de manera "responsable", hasta que pasaban unas 4 ó 5
rondas, dicha manera responsable se transformaba en exceso (como siempre), en
el exceso de todo, el enfado y el castigo por el desenfreno, la resaca, y el
temblor, el asco, la sed insaciable, el levantarme y ser el mismo pero
odiándome por el olor a tabaco que mis dedos emanan, y el ligero ardor en el
pecho, y el asco, dejar de ser alcohólico por unas horas mientras pasaba la
"cruda", y después a curarla.
Las visitas a las librerías me reconfortaban, también a las
licorerías, me hacían sentir como un pequeño en una dulcería, ó como el viejo
cansado en una funeraria gratuita, en un país con eutanasia legalizada, y suministros de morfina, fumaderos de opio, ó algunas libras de marihuana para el Glaucoma, la
lectura de algunos poetas, malditos poetas trastornados, me daban algún
refugio, como si perteneciera a dicha clase, ó dichos versos los hubiese
escrito en una anterior vida, y la ingle se me hubiese llenado de sífilis de
esas visitas que hice ahogado en alcohol en la etapa moderna a diferentes
prostíbulos en Francia, noches heroicas que tuve en las cuales morí y resucité,
para después suicidarme en el sueño más apacible, y despertar de nuevo.
Intenté retomar el cigarrillo, el budísmo, y el veganismo, las
falsas meditaciones, los libros de auto ayuda al mero estilo hastiante y
ridículo de Cohelo, tras una profunda ansiedad que comencé a sentir, me
comenzaba a esclavizar, a martirizar el pensamiento, al reflexionar siempre qué
era de mi vida, y qué había sido de mi muerte, ya que siempre me he sentido un
poco fatigado por no recordarla, mi mala postura lo demuestra, como si quisiera
besar tristemente la tierra, y por horas allí quedarme.
Qué pitos de escritura, qué hacer si todo es tan sólo un momento,
y la vida es tan chingada, al menos para mí que correría con mala suerte si me
tomo una gran dosis de diazepam mesclado con un poco de alcohol para la cena,
sé y tengo la certeza de que sólo despertaría con un gran dolor de cabeza y con
eso que llaman cruda moral, y el asco de nuevo.
Ahora me recuesto sobre mi cama, se hace noche, tengo sueño, es
hora de mandar el mundo al diablo, y pensar, y rogar porque la muerte sea como
un coma inducido por morfina, ó al menos como una de esas muertes que en vidas
pasadas tuve…
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