domingo, 29 de julio de 2012

Día de un diario ó vulgarmente hablando, la mierda de siempre...

Now I've got that feeling once again
I can't explain you would not understand
This is not how I am…



Comfortably Numb. Pink Floyd





Los días se habían tornado más lentos, mucho más lentos de lo habitual tras su partida, ó quizás mi partida, las visitas al café, incluso el mismo café, las cervezas no sabían igual.


Sentía de alguna manera como mi mente se iba trastornando, deteriorando con el paso del tiempo, en el andar presuroso de las personas no veía más que flechas, vectores que "jalaban" a las personas sin alma (ante mis maltrechos ojos, mi maltrecha percepción) siempre presurosos de un punto a otro, con una violencia tal que reflejaba la misma teoría vitalista-adaptativa; el débil perece, ¡así sea! (Nietzsche quizás se ectasiaría),  gente presurosa por llegar a sus destinos, la señora que sáca sus monedas de forma desesperada y las deposita en el contador para ingresar al metro, el hombre atropellado en la avenida por no cruzar por el puente y el tráfico que produce, y la parte de masa encefálica que dona al pavimento como si este la necesitara, la pelea del hombre del mini bús con el hombre del volkswagen por no cederle el paso y además haberle rayado toda la madre los ridículos puñetazos que al aire arrojan como boxeadores sin paga, y porsupuesto la gente chismosa.


Me parecía la vida tan hilarante, todo parecía ser como un perfecto juego de caos un infierno magistral, del cual yo no quería ser partícipe, pretendía ser un ente extrínseco, meramente contemplativo, desgraciadamente me veía inmerso en dicho ciclo           a-huevioristicamente hablando.


Todas las actividades me parecían absurdas, de alguna manera me burlaba de los demás. Al hacer una introspección, las mismas de cada noche, traté de mirarme desde fuera, verme, tratar de percibirme como si fuera mi vecino, ó una persona rara. Pensé que jodido,  que loco estoy, siempre con la mirada fija en el horizonte, y con la misma ropa sucia.


El hecho de hacer la vida rutinaria, trabajar hasta ocho horas, tres comidas al día aunque no se tenga hambre, ó se tenga demasiada, ganar algún dinero, para comprar. ¿Comprar?, si todo lo que quería era tan sólo estar postrado, descansando, no mover ni un solo dedo, pues sentido no le encontraba.


Los fines de semana salir y beber un poco de cerveza por los bares de la ciudad de manera "responsable", hasta que pasaban unas 4 ó 5 rondas, dicha manera responsable se transformaba en exceso (como siempre), en el exceso de todo, el enfado y el castigo por el desenfreno, la resaca, y el temblor, el asco, la sed insaciable, el levantarme y ser el mismo pero odiándome por el olor a tabaco que mis dedos emanan, y el ligero ardor en el pecho, y el asco, dejar de ser alcohólico por unas horas mientras pasaba la "cruda", y después a curarla.


Las visitas a las librerías me reconfortaban, también a las licorerías, me hacían sentir como un pequeño en una dulcería, ó como el viejo cansado en una funeraria gratuita, en un país con eutanasia legalizada, y suministros de morfina, fumaderos de opio, ó algunas libras de marihuana para el Glaucoma, la lectura de algunos poetas, malditos poetas trastornados, me daban algún refugio, como si perteneciera a dicha clase, ó dichos versos los hubiese escrito en una anterior vida, y la ingle se me hubiese llenado de sífilis de esas visitas que hice ahogado en alcohol en la etapa moderna a diferentes prostíbulos en Francia, noches heroicas que tuve en las cuales morí y resucité, para después suicidarme en el sueño más apacible, y despertar de nuevo.


Intenté retomar el cigarrillo, el budísmo, y el veganismo, las falsas meditaciones, los libros de auto ayuda al mero estilo hastiante y ridículo de Cohelo, tras una profunda ansiedad que comencé a sentir, me comenzaba a esclavizar, a martirizar el pensamiento, al reflexionar siempre qué era de mi vida, y qué había sido de mi muerte, ya que siempre me he sentido un poco fatigado por no recordarla, mi mala postura lo demuestra, como si quisiera besar tristemente la tierra, y por horas allí quedarme.


Qué pitos de escritura, qué hacer si todo es tan sólo un momento, y la vida es tan chingada, al menos para mí que correría con mala suerte si me tomo una gran dosis de diazepam mesclado con un poco de alcohol para la cena, sé y tengo la certeza de que sólo despertaría con un gran dolor de cabeza y con eso que llaman cruda moral, y el asco de nuevo.


Ahora me recuesto sobre mi cama, se hace noche, tengo sueño, es hora de mandar el mundo al diablo, y pensar, y rogar porque la muerte sea como un coma inducido por morfina, ó al menos como una de esas muertes que en vidas pasadas tuve…


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