Recuerdo
su breve mirada cediendo a la fría y desconocida muerte, mientras yo ejecutaba mi trabajo. ¿Qué trabajo? Todo
trabajo tiene una meta, mi trabajo chocar un pesado martillo contra su duro
cráneo mientras alegre veía correr sangre, como leche tibia hirviendo, saliendo
de un contenedor. Nunca había visto mejor ejemplo, ni representación del tiempo
y de lo efímero que lo es todo.
Por
ejemplo, hace unos momentos Gabriela tenía un hermoso rostro, una mirada que me
enloquecía, abusando prácticamente de todo el sentido de la palabra, ahora no
hay más, sólo rojo, púrpura quizás, la iluminación no ayuda, pero eso poco
importa, ahora menos porque sólo redacto tratando de evitar manchar con su
sucia sangre esta hoja, estas palabras.
Ahora
que lo pienso no sé por qué lo hice, justo el día estaba a punto de culminar,
de ser otro día ordinario, cuasi-perfecto, el café apenas, casi acabado al
igual que el día y la larga jornada el echar gasolina, rayarle la madre a
escondidas al pendejo del jefe que me imposibilita la vida, leer como sin ganas
el diario, ducharme, no poder quedarme pausado como muerto ó dormido en la
mañana simplemente haciéndole al sol compañía, en fin ahora sólo sé que es otro
día, así como sé y me aterra que quizás sea igual, que siga con vida,
arrastrándome lentamente hacia la muerte solo, y quizás sólo así regrese a
Gabriela, y le pida perdón por esa violencia con la que hice que muriera. Pude
haber sido menos sangriento, quizás sólo ahorcarla, ó quizás sólo esperar a que
durmiera y asfixiarla con la almohada, ó aun mejor sácar el revolver 32
enmohecido de la caja de zapatos que almacena el viejo armario, y simplemente
llenarle de plomo la cabeza.
Pero
entonces he recordado; sólo me queda un tiro, y quizás este sea el que guardo
para cuando llegue la policía, hacer todo más espectacular por decirlo de
alguna forma, ó simplemente pretendiendo ser el perfecto clisé psicópata,
quizás tratar de matar a un oficial, ó simplemente volarme los sesos delante de
uno, que me capte con su mirada, traumar el tiempo, su tiempo de por vida.
Oh amada Gabriela sólo espero que no guardes rencor alguno, menos para cuando
nos volvamos a encontrar, realmente no fue nada personal, simplemente quizás
estaba aburrido y tuve miedo de explicarte mis absurdas razones para terminar
de esa forma, ó tengo miedo del tiempo, que culmine mi tiempo justo como esa
canción marcha turca que se escucha en la estación de radio que tanto nos
gustaba y que se evapora tristemente en el aire, y que aunque la busque ó trate
de reproducirla en alguna otra ocasión, lo sé ya no será lo mismo.
Por
eso lo he hecho Gabriela, y porque tu mirada como todo se esfumaba, se me
escapaba de las manos, y yo como incapacitado no podía hacer nada, no sé sólo
se me ocurrió que de esa forma podía capturar para siempre tu mirada, así como
quizás haz capturado por siempre la mía. Y créeme sentí como si te hubiese
conocido de nuevo y para siempre...
02/10/2012 D.D
No hay comentarios:
Publicar un comentario