Malditas las deshoras en que
la poesía se torna la única realidad,
maldita la atmósfera que no deja percibir
nada más que un olor a exceso, a hastío, a miedo
a miedo a la vida...
A perpetuar prórrogas para la muerte
que no hacen más que encerrarnos
en infinitos dilemas;
los del tedio por un lado
por el otro los de nuestro final...
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