martes, 18 de diciembre de 2012

PUERTAS



Cada puerta es un portal a totalmente otra dimensión, hacia lo desconocido, temerariamente día a día podemos aventurarnos en cruzarlas ó no hacerlo, porque hay que aclarar que sí existen los viajes en el tiempo y se dan a través de estos portales de materiales conocidos, sólo se necesita un marco un techo y cuatro muros para entrar a totalmente una nueva dimensión de oportunidades y alternativas que esperan por nosotros.

Por ejemplo sucede que hace algunos días acudí a solicitar trabajo a una agencia alrededor de las 11:11 a.m y resulta que salí totalmente desorientado alrededor de las 14:14 hrs. Para mi asombro sucedió todo un sinfín de sucesos peculiares. Por ejemplo la pequeña cámara en la cual ingresé debía medir alrededor de unos 12 metros de largo por 6 de ancho. Ahí habíamos amontonados unas siete personas, sin contar a las reclutadoras. Rápidamente me percaté que al ingresar  hice algún tipo de revolución en aquella cámara, pues irrumpí con el orden, alteré la agradable atmósfera que (así lo imaginaba mientras estaba tenso) había anteriormente.

Rápidamente al ver la mirada enojada de la reclutadora por haber timbrado (también así lo imaginé) deposité mi trasero en una de las sillas de cuarta, de malísimo diseño “ergonómico-las-bolas-términos-mamones-pues-sólo-son-asientos”. Me apresuré a llenar mi solicitud, vaya gran problema tengo con las solicitudes, por mi mente pasa; todavía que voy a vender mi trabajo a alguna empresa de cuarta, como un artista vende su obra, se ponen sus “moños” con este tipo de “puñetezes” tan triviales.

Tal vez yo ese día estaba destinado para en aquél aula ser un tipo de amuleto, ó beneficio, ó simplemente la puerta conspiró en mi contra, pues noté que desde el momento de posar mi pie derecho dentro de aquella dimensión para mí hasta entonces desconocida, justo en ese instante todo el mundo dejó de hacer su actividad y comenzó a mirarme. Comencé a llenar la solicitud tembloroso. Rápidamente me percaté que llegaban más personas y no había la misma respuesta de los habitantes de aquella cámara para con ellos.

Incluso la respuesta de la recepcionista fue totalmente diferente de la que se ofreció para mí:

Conmigo hubo escaso intercambio de diálogo, con los demás decía siempre lo mismo, como si hablara en un lenguaje secreto y rutinario, obsoleto para mí pero de onda para los demás, como para conspirar en mi contra.

Pronto aquella cámara, pequeña cámara se comenzó a llenar, cuando me percaté a los 15 minutos de mi llegada ya habíamos alrededor de 20 gentes, todas en víspera de ser seleccionados para un trabajo mediocre, de sueldo mediocre, en un tiempo mediocre, pero así está la vida supongo.

Me apresuré rápidamente a terminar con mi solicitud para posteriormente pasar a la entrevista con la “gran puta reina seleccionadora” que era guapa por supuesto, no debía andar arriba de los 40 años, tenía en general buena forma y al ver (siempre lo hago no por ser un tipo de casanova, sino por interés) la ausencia de anillo en el dedo anular izquierdo rápidamente corroboré que no era casada, pensé un poco más viejo y quizás de aquí era, aunque siendo realista aspirando a un trabajo tan mediocre, no creo que se fijase en mí.

Al llamarme e ingresar en su oficina improvisada y superpuesta a la cámara, aunque nervioso me alegré por el simple hecho esta vez no había puerta, era casi innecesaria, así quizás no perdería la noción del tiempo.

“Buenos días” aunque nunca acostumbro a decir buenos días, mi estilo es más bien el de “buen día”, el de vivir el tiempo, el momento, aunque para ser sincero poco me importan esos parámetros sociales, es decir imagino que con esa falsa cordialidad no le quitarás el hambre a una persona mucho menos le darás empleo. Buenas tardes me respondió muy amable me dijo la chica. Debes estar confundido con el tiempo. Te hemos tenido por mucho esperando. 

Aunque para ser sincero yo no lo creía así, tal vez era parte de su conspiración. Para mí sólo habían pasado minutos a través de aquella puerta que no se abría.

Me dijo asimismo su nombre, alcanzándome su mano. Para ser sincero no me acuerdo de su nombre, nunca suelo hacerlo con casi ninguna persona, de hecho con ninguna a primera vista, eso me parece como un tipo de violación de invasión al espacio vital de Raquel, de Ricardo de “x” persona”.

 En cambio recuerdo a la perfección aquella mano derecha que alcanzó la mía con un fuerte apretón (básicamente fue un coito sin protección), perfectamente simétrica que pudo ser edificada por el mismísimo padre de Jesús que creó este jodido mundo, pensé; ¿por qué no?  también esa jodida mano tan encantadora pudo ser obra de los mismísimos Dioses narrados por todo tipo de mitologías existentes; buenos ó malos eso no me importa.

Me vi obligado de nuevo a actuar cordialmente y decirle mi nombre Joseph K.
Lo demás es mera puñetéz, puro mero trámite para ver si me agarra en una mentira (eso pensé), aunque a decir verdad me gustaría que me agarrara pero en otros lugares, ó mejor aún de otros lugares…

Preguntaba por mis padres, hermanos con los cuales llevo una relación buena pero a decir verdad distanciada. Verán todo es culpa de la puerta de mi cuarto. Cada vez que cruzo ese umbral difícilmente me deja salir. Ciertamente mi a-sociabilidad no es mi culpa, como tampoco lo es el hecho de inventar datos acerca de mis familiares que no sé, y que realmente poco me importan por no contactarlos tan seguido.

Por un momento comencé a perder la atención en aquella mujer cuando me percaté de que me miraba fijamente a los ojos. Comencé a marearme un poco y a sudar para mis adentros.
Sus ojos aunque eran hermosos y perfectos al igual que su mano, me daban miedo, les temía, porque me miraban con la misma mirada de quien sabe algo
“me habrá agarrado en alguna mentira pensé”´

Ó quizás simplemente había descubierto mi relación tan peculiar con los umbrales y los tiempos, y con aquella maldita cámara que comenzaba a fastidiarme.

Por último y con alivio escuché, eres apto para el mediocre puesto, no fue así como lo dijo, sus palabras y su tono más bien fueron dulces y motivacionales, pero así fue tal y como lo escuché.

-.“A continuación pasa a que te apliquen las últimas pruebas”

-.Ni madres, pensé no hay forma, me voy de esta cámara, de esta puerta.

-.“No puedo señorita”, necesito acudir a algunas citas, pero mañana sin falta a primera hora del día cuente con mi presencia.

-.Está bien, aquí lo esperamos señor K.

-.¿Qué?,  ¿quiénes me esperan?

Salí rápidamente de aquella oficina, no sin antes tomar su simétrica mano a la hora de despedida, como simulando una despedida meramente diplomática, y en un solo movimiento con rapidez y sin esperarlo su mano yacía en la mía, era ahora mía la, había arrancado ya con una navaja de siete dedos que llevaba en mi maleta durante aquellos días en los cuales estaba atravesando por una fase un tanto paranoica respecto a los portales.

Aquella mano que por un momento había sido producto de mi obsesión yacía en mi palma, solitaria, sólo para mí, totalmente mía.

Entre el asco y mareo que comenzó a producirme aquél suceso contemplé chorros de sangre seguidos de un grito que arrojó aquella bella mujer ahora ya sin mano derecha, todos en aquella cámara se alarmaron y acudieron con rapidez para ver qué demonios pasaba, aunque ciertamente era algo tarde y no podían hacer nada más que llamar a una ambulancia o a la policía…

No escuché nada más, deposité la mano en mi maleta y corrí a la entrada.

¡Otra vez la puta puerta! Pensé (creo que lo hice en voz alta), cuando traté de abrirla por vez primera y no me daba tregüa.

-.“Señorita” dije a la recepcionista; “sería tan amable de decirme cómo abrir la puerta por favor”

-.Presione el botón y empuje.

Una vez saliendo de aquella dimensión, me sentí tan libre como nunca en la vida, tomé abruptamente la decisión de nunca cruzar una puerta, ó un umbral de nuevo, sólo salí y corrí, corrí, corrí…

D.D

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