Me
preguntaba quién sobreviviría a una lucha encarnizada entre todos los pasajeros
que íbamos a bordo de aquél camión, mejor dicho los escasos y contados 10
pasajeros apenas, sin incluir al joven y temerario chofér que conducía sin
cuidado alguno.
Siempre
me llegan ese tipo de pensamientos cuando voy a bordo del camión, mientras miro
gente abordándolo para dirigirse a sus destinos, veo de pronto al señor tuerto
con su esposa subir y depositar sus traseros en los asientos , los imagíno, nos
imagino a todos desnudos, también a los asientos que sirven como palimpsestos
entre los fluídos corporales que se depositan en ellos; micro-partículas de
menstruación, pedos, sudor y quedan grabados desgraciadamente, y re-grabados
como manifiesto nota póstuma de que alguien estuvo ahí, a tal punto de que
nadie sabe que pasa ahí, pero si fuésemos tan pequeños, ó suspicaces ó el culo
tuviese consciencia y sentimientos pensaríamos dos veces antes de sentarnos en
esas dimensiones que en apariencia son tan simples, banales, pero que son mucho
más complejas de lo que pensamos, y que sólo yacen ahí como signo de
trascendencia, marcados como el poste por los perros que indican su territorio.
Quién
entonces ganaría aquella batalla encarnizada si naufragásemos por el asfalto en
la contaminada selva de la maquinaria del sistema, formando así una
microcomunidad “microbusera” donde si no fuese por mis malas habilidades
sociales podría yo ser el dictador, y la esposa del tuerto mi nalga. El chofer
por su carácter y poco intelecto me gustaría como para sacerdote, soldado ó
policía, ó quizás lo acomodaría como locutor, ó dj de luz y sonido para que
pusiera en fiestas patronales de nuestra señora del diesel ó el tinner las
mismas canciones cumbancheras que va escuchando y nos obliga a escuchar, aunque
noto que a la mayoría de mis ciudadanos les gusta. En caso extremo habría que
re-educar el oído.
Habrá
también que repoblar el camión que el municipio de a medias está medio vacío
melancólico como sin gente, pienso repoblarlo y después dar muerte a las madres
de mis hijas para hacer incesto con ellas. Aunque pienso tal vez no implique
esfuerzo y en el parto mueran, porque son medias viejas.
De
pronto el camionero, chófer me arruina el sueño, el de mi sociedad
cuasi-perfecta, al dar una soez frenada acompañada de un alto grave “fíjate
baboso”, entonces reafirmo mi teoría de
que definitivamente sería un buen policía al tiempo que veo salir volando un
refresco y detrás y por debajo de él un hombre que apenado y por inercia se ha
ido de “hocico” (pinche física). Todo mundo evita la risa y lo ayudan
presurosos, mientras yo sólo miro y pienso; uno menos…
Así
corre mi pensamiento, junto con las acabadas calles que indican que estoy a
punto de llegar a mi destino, olvidando mi comunidad esa que tanto pensé,
quizás la extrañaré, dejando de lado también la oportunidad de ser un máximo
dirigente, un gran dictador quizás ó gran demócrata, quizás simplemente sólo
suba a otro camión y recomience de nuevo…
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