A veces el tiempo es eterno y uno
no puede hacer sino vivir, arrancarle hojas al calendario hasta que pasen días, semanas, meses, años, y uno se dé cuenta de que solo pasó eso una sucesión de días y
hojas arrancadas desperdiciadas junto a una vida en ocasiones ansiosa o
hastiada de vivir. Llega el día en que repentinamente miras al espejo y no
ves más que el triste vestigio de lo que solía ser, el espejo cada vez más
empañado, no más que el alma que proyecta, pero de alguna manera empañado, ¿Qué
encontramos al final del camino vida mía, donde hubo luz al inicio y ahora
oscuridad?, perdón oh joven espíritu si no
valió la pena tanto maltrato a ti, si no fue suficiente echar al fuego todas
las ilusiones que albergabas, si de nada sirvió haber cambiado los juegos por
una vida más madura que con certeza sólo dejará un efímero rastro sobre esta
infértil, tierra cansada de que algo más nazca...