sábado, 24 de marzo de 2018

Apología del desdén a la tolerancia


Uno no puede culpar a otro por haber nacido bajo tales o cuales circunstancias, he allí donde radica la diferencia y la tolerancia, pero cabe señalar que nadie en ésta vida, sólo Jesús puede ser tan tolerante como para soportar el hecho de una bofetada justo cuando está por caerle la próxima, pero aún a pesar de ello, teniendo poderes de súper héroe se queda corto comparado con aquél hombre que llevaba por una cuesta una y otra vez la piedra, tratando quizás de descubrir alguna ley física que para su tiempo era inexistente, o simple y llanamente el diámetro de la circunferencia del círculo.

¿No podríamos acaso ser todos en el mundo actualmente ese hombre?

El punto es que allí donde se encuentra la diferencia, se encuentran las grandes cosas, donde está la diferencia está la vida al vértice de la nada, ejemplo de ello; la noche estrellada, la apuesta por la tierra concéntrica, el pretender rescatar a la humanidad del pecado original, o mejor aún, salvar a una pequeña nación de las garras del capital.

Pero…

Pero no podríamos acaso ser también la otra cara de la moneda, ¿no podríamos ser personas que creemos pensar distinto cuando el pensamiento de lo “distinto” es lo que dicta la actual sociedad?

Esto lo pensé mientras me veía perturbado por un vago, me encontraba fumando un cigarrillo, leyendo el primer tomo del capital, ese momento justo cuando mi individualidad se veía afectada, mi tolerancia a la par se vio reducida, pensé en qué bueno era el hecho de que existiera la policía…

domingo, 18 de marzo de 2018

Mujeres, ésa es la cuestión...


Numerosos pensadores han atinado a resolver la quimérica pregunta que gira en torno a la cuestión fundamental del hombre, hay para quienes como Camus el suicidio era la pregunta básica, otros en cambio como Heidegger optaron por indagar en relación directa al ser, Descartes se decantó por el racionalismo, Nietzsche por la subversión de los convencionalismos morales, yo en cambio tengo otra cuestión más particular, y banal, no por banal sosa, sino más bien esencial; ¿pompa o bubi?...

domingo, 11 de marzo de 2018

Las reglas del juego


Las reglas del juego son las siguientes;

1-. Ser traído al mundo

2-. Aprender y aprehender el dogma; (el lenguaje, las buenas costumbres, el 1+1=2)

3-.Socializar, y hacerse un lugar en ésta vida, bajo los imperativos del capital.

4-. Unirse y perpetuarse.

5-. Verificar que con el paso del tiempo uno nunca hizo lo que verdaderamente añoró, la vida fue solo eso, con el paso del tiempo uno terminará por padecer el síntoma que causó tanto a sí mismo, como a sus seres queridos.

6-. Después de haber sobrevivido a los 5 anteriores (si es que antes no la palmó por circunstancias externas; accidente, suicidio) le ocurrirá lo siguiente; será enterrado o cremado, no importa, pero además cabe señalar la cláusula de éstas reglas; cuando uno muere puede ser que éstas 6 reglas del juego se anulen, lo que sería fatal sería el hecho de despertar otras 6 veces, para esas 6 mismas, morirlas, y de manera continua renacer…



sábado, 10 de marzo de 2018

Las posibilidades de una hoja en blanco

(Originalmente llamado; La relatividad del texto.)

Uno podría pensar que la única función de la hoja es el hecho de ser relatado, hablado a través de una pedazo de nada, pero una hoja en blanco es un campo de guerra y más, quizá haya quienes apliquen al escribir las leyes de la física, o leyes cuánticas para dejar el texto “bien” moldeado acorde a la hoja, o quizás para que lo que se escribe quede armoniosamente establecido en esa cabeza también llamada materia gris. Porque las palabras deben tener en el lector tal potencia que a razón tiempo-espacio le atrapen. Básicamente a la cuestión que pretendo referirme es al hecho de que  todo es más complejo de lo que parece, una hoja en blanco puede llegar a abarcar diversos planos tanto del ente humano, como de la realidad, los espacios en blanco, vacíos, son peligrosos…

Déjame contare una breve historia;

Un viejo enloqueció al leer una columna en la gaceta “De journ”, ¡mi columna!. 

El tópico de dicho breve texto versaba sobre cuestiones meramente políticas, tópicos de sobremesa que uno puede llegar un día y contarle a su abuela sin entender ni cagada… Pero, esto cabe aclararlo, no sé qué le llevó a la locura, las razones del viejo eran más profundas…

¿Sabes quién escribió la columna?, Te lo re-afirmo, lo hice yo.

Cuando acudí a la consulta de Doctor R. que en aquél momento le atendía al viejo enloquecido por mi columna con antipsicóticos (risperidona y demás cosas por el estilo), me pareció más que extraño, ya que me miró a los ojos de manera sombría, seguida cuenta dijo ensimismado; “Le hace creer a uno que está loco”…

Me extrañó el hecho de que se limitara Doctor R a articular solo aquellas frases al verme, ya que era conocido por todos en el giro por el hecho de ser un gran versador sobre la materia…

El sol salía y no me hicieron esperar, ingresé a la habitación de aquél viejo, dicha habitación  empataba más que bastante bien con todo el clisé de un cuarto de hospital psiquiátrico, habitación 6 mts x 6mts, acolchada, y el viejo loco con un brutal amarre acuartelado en una esquina.

Comencé a hablar con el viejo. Al inicio parecía un poco huraño y desorientado, pensé debía ser cuestión de la farmacología;

“¡Buenos días!”-. Articulé...

Lentamente salió de su letargo, levantó el torso y dio un giro de cadera aún sentado de casi 180 grados sólo para mirarme fijamente a los ojos.

¡Aquella mirada era sumamente aterradora!

"Buenas tardes" me dijo, y sonrió cortésmente. En aquella sonrisa había un dejo de malicia.

¿Buenas tardes? me dije a mí mismo, pensando en el hecho de que aún era temprano.
 Por un momento consideré que aquello que dijo el viejo loco era un sinsentido producto de su deplorable condición, porque había ingresado a la habitación apenas a las 10 de la mañana

No me quedó otra opción mas que reír torpemente, en tono de complicidad con el viejo loco.

También sonrió, a pesar de yo tener la certeza de mirar sobre su canosa cabellera caer el sol matutino

“Lo estaba esperando” me dijo, seguidamente de articular “ayúdeme joven” (sin expresión de molestia alguna), eche un vistazo a mi reloj…

Su mirada se fijó en mí retadora y maliciosa…

Me percaté de manera lejana en su muñeca ví un casio actual de manufactura china, tome al viejo por el codo para ayudarle a incorporarse, era más ligero de lo que aparenteba. 

Al ponerlo de pie me interpeló
“¡Éche un vistazo!”, señalando a su reloj


Lo que ví en aquél reloj que portaba el loco era inexplicable; 

Ví los orígenes de la vida, ví la muerte, ví mi muerte interpretada de infinitesimales maneras multiplicada por π, además las infinitesimales muertes que en vidas anteriores pasé, miré especies y tierras para las cuales no existen denominaciones, especies terrestres abrumadoras, vi el origen de la enfermedad, y la partícula que lo inició todo, entonces comprendí el absoluto, comprendí que el mensaje que brindaba para el viejo en la columna tenía razón, supe que el viejo tenía razón… 


domingo, 4 de marzo de 2018

Breve Relato de un Crimen

Yo no estoy loco, la culpa la tiene el televisor, crecí mirando el televisor.

Cuando al regreso de la escuela ví un pequeño corto animado, debían ser los picapiedra, o los supersónicos, cuando al regreso ví aquello me dejó marcado de por vida. Lo que me benefició y a la vez perjudicó tanto fue el hecho de vivir hasta cierto punto alejados de la sociedad. Mi padre un obrero borracho cuya constancia en el oficio de beber era mayor a la de tomar un oficio que se pudiese considerar serio, llevando ocasionalmente trabajos relacionados con la carpintería que implicaban el uso de herramientas que parecían armas medievales. Mi madre cuyo nombre era Sophie, como Sophie mi pequeña y difunta hermana, sólo ahora lo entiendo, ejercía el oficio cuya denominación tiene un símil a lo nombrado como prostitución. Mi familia nunca se percató de cuán disfuncionales éramos, para ser sincero nunca se percataron, al menos mis padres, porque no les dí la oportunidad.

No, no porque quisiera hacerlo, aunque ahora si lo pienso lo hubiese querido hacer, como enunciaba ése raro libro que me prestó el viejo Mike; un filósofo sloveno parafraseando a otro filósofo austriaco decía “no saben lo que hacen, pero lo hacen”…

No daré más largas y pasaré a los hechos que desencadenaron el cruento destino para mi maltrecha familia; el primer suceso que me marcó ya de pequeño fue la prematura muerte de mi hermana sophie, al nacer ella por un momento tuve (aún siendo muy joven) la vaga esperanza de que la situación cambiaría para todos en la familia, creía que al nacer ella las cosas se recompondrían, pero todo fue de manera muy distinta. Sophie al parecer no era en verdad mi hermana, a pesar de ello yo la quería como si lo fuera, la quería más de lo que pude haber querido a mi madre o padre. El nacimiento de Sophie atenuó los problemas en casa, porque mi padre se percató con el breve paso del tiempo de que no era en realidad su hija. Con ello comenzaron las contiendas cotidianas entre ambos, de las cuales yo era el chivo expiatorio, con el paso del tiempo comencé a desarrollar un tipo de cariño ambivalente hacia mis progenitores; por un lado los quería, y hubiese deseado que las cosas fueran de otro modo, pero por otro les deseaba lo peor.

Ir al colegio por momentos me reconfortaba, porque veía a los compañeros y amigos, miraba a sus vidas y yo añoraba que la mía fuese de la misma manera “armoniosa”. Por ejemplo que mi situación fuese como la de mi primer y único amor Gabriela. Su familia estaba compuesta por una estructura afín a la mía, o al menos eso era lo que yo quería mirar en aquellos momentos para mí tan dolorosos; un padre amoroso, una madre leal y fiel, y en finalmente un bebé angelical.

Al volver a casa la situación era hasta cierto punto distinta para mí, quemaduras de cigarro propagadas por mi madre si entraba de improviso mientras fornicaba con algún otro hombre, la ausencia perpetua de mi padre, en ocasiones solo lo encontraba tirado por las calles completamente ebrio.

Recuerdo aquél agosto cuando las cosas cambiaron por completo, desde entonces fui presa de una paranoia continua que no cesó hasta que concreté lo que podría denominar como venganza indirecta.
Volvía del colegio por la tarde con Gabriela, por el sendero nos separamos, ella hacia los barrios altos, yo hacia los bajos, en aquella ocasión sus padres no habían podido acudir a la escuela por ella, la tarde había sido lluviosa, jugueteábamos al ir caminando saltando sobre los charcos. Al llegar al maltrecho pórtico de mi casa que aquél día no había podido ir mejor, miré la vieja puerta de madera, pensé en que no importaría que pasara allá dentro, que viera, o que agresiones recibiera, nada podía alterar la perfección de aquél día. Todo aquello era solo una ilusión…

Al abrir la puerta me percaté que mi madre y mi padre lloraban, me alegré, porque finalmente después de tanto tiempo se encontraban juntos, lloraban desconsolados, abrazados, creí que debía ser algún tipo de reconciliación, que las cosas cambiarían, pero no fue así. Sophie había muerto.

Con el paso de los días mis padres decidieron juntarse de nueva cuenta y la relación se tornó más y más tóxica, asimismo con el paso de los años fui perdiendo la ingenuidad, me percaté de por qué Sophie había fallecido, básicamente había sido culpa de ambos.

La televisión me educó, miraba series policiacas y me comencé a obsesionar con las mismas, un día al llegar del colegio decidí que mi vida cambiaría moldearía a mis padres a mi manera. Miré una de esos cortos animados los supersónicos o los picapiedra, en uno de aquellos capítulos uno de sus personajes se da un fuerte golpe en la cabeza y cambia de perspectiva por completo.

Comencé a idear mi plan, comencé a pensar cómo haría cambiar de pensar a mis padres a mi forma, la epfianía para ejecutar mi plan maestro surgió a raíz de mirar a papá llegar del trabajo una noche, surgió cuando lo miré dejando caer su pesada hacha al volver del trabajo.

¿Qué miras Pendejo? Se dirigió a mí con voz de borracho
Tráeme una cerveza y no vuelvas hasta que no la consigas

Sali despavorido del living, sali a la calle, pero miré fijamente el hacha, caminé río abajo hasta que oscureció, la noche fue tormentosa, me instalé debajo del puente que conecta la zona alta, con la zona baja a través del río donde los yonquies solían acudir a consumir su dosis.

Ahí fue donde idee mi plan, me colaría a la casa al amanecer cuando mi padre ya estuviera ebrio, con él probaría. Al amanecer regresaba feliz a casa sentía aunque no ejecutaba mi plan, que lo que estaba a punto de hacer sería algo excelso.

Tomé ligeramente el pomo de la puerta, lo hice girar muy sigilosamente, y ahí encontré a mi padre tirado en el suelo frente al televisor junto a un cúmulo de latas vacías. Me dirigí con pasos lentos hasta el lugar donde había dejado el hacha. La tomé y comencé a sopesarla, era bastante pesada, comencé a hacer ejercicios breves con la misma, debía asegurarme que el impacto que diera con ella debía ser contundente. Hice alrededor de 5 minutos swing con la misma, como si le diera a una pelota inexistente de baseball con un bate. Hasta que finalmente me decidí. Caminé con el hacha, la alcé noventa grados, y la dejé caer fuertemente sobre mi padre. Al hacerlo cerré los ojos, al abrirlos para llevar de nueva cuenta el hacha al cielo me percate de algo terrible; mi padre yacía sin cabeza, un chorro de sangre no se hizo esperar, la mirada que vi en el rostro decapitado de mi padre era bastante aterradora. Dejé el hacha súbitamente, estaba bastante asustado, puesto que papá yacía muerto, pensé en limpiar el inmenso charco de sangre, pero opté en que lo haría ya que hubiese culminado todo el trabajo.

Hacer cambiar de pensar a mis padres sería más difícil con la ausencia de una cabeza, por esa razón opté por un método distinto con mamá. Tomé el pesado maso con el que papá solía cincelar. La operación fue básicamente la misma, sopesé el maso unos momentos, hice algunos swing´s, posteriormente le dí un trago a una de las cervezas medio vacía y tibia que había dejado mi difunto padre, sabía amarga, pero me tranquilizaba. Comencé a caminar de manera sigilosa a la habitación de mamá. Tomé el pomo, y sobre la masa encefálica de mi madre comencé a dejar caer el enorme maso, el primer sollozo de mi madre fue aterrador, casi tan aterrador como el rostro de mi padre decapitado. Posterior al primer sollozo comenzó a convulsionar. Seguí una vez tras otra, hasta que aquello que solía ser el cráneo de mi madre quedó hecho una masa confusa.

De nueva cuenta había fallado...

Intenté reparar el daño, lo primero que hice fue tomar un hilo con su respectiva aguja me sentía tranquilo a pesar de lo sucedido, cuando hice entrar el hilo en el ojillo me encaminé a levantar la cabeza de mi padre, aún estaba tibia, la tomé, la expresión de horror de aquél rostro era abrumadora, sin embargo tendió a parecerme indiferente, tras varios intentos fallidos finalmente pude unirla al maltrecho cuerpo. Posteriormente me encaminé hacia la habitación de mi madre, tiré su cuerpo maltrecho al suelo para hacer la cama, cambié las sábanas ensangrentadas, procedí a cambiar a mi madre. Deposité los cuerpos tanto de mi padre como de mi madre sobre la cama, finalmente mis padres estaban juntos de nueva cuenta.

Aún me hacía falta un bebé para complementar la familia…

Al siguiente día encaminándome hacia la escuela tomé el cuchillo, pensé en raptar al pequeño hermano de Gabriela, para de esa forma hacerlo parte de mi nueva familia, pero todo fue en vano, no reuní valor para hacerlo.


Al llegar a casa apenas giré el pomo de la puerta, la peste que emitían aquellos cuerpos en descomposición era sorprendente, me dirigí hacia la habitación de mis padres, la peste crecía conforme avanzaba, a pesar de la peste podías también respirar paz en el hogar, dirigí un saludo a mis padres, encendí el televisor y me puse a comer lucky charm´s al pie de la cama recordando que en ocasiones los golpes en la cabeza pueden ser hasta cierto punto efectivos.