sino con el olvido..."
Durante
los últimos días las cosas habíanse tornado extrañas, hacía ya hace un par de
años que G. se había ido de mi vida, aun así, dicho suceso lo recordaba a cada momento
como si fuese un acontecimiento
reciente; el auto devastado, su cuerpo hecho trizas a media carretera, reducido
a una masa uniforme tras el impacto con el tracto...
Después
de su funeral tuve que comenzar a mentir, tuve que comenzar a mentirme para
sentirme un poco mejor. Siempre he creído, aunque no es la mejor opción, que
ante las circunstancias adversas aparte
de la postergación, el engaño es el mejor antídoto. Me había empeñado en ser
una especie de mago, un prestidigitador que hace creer a la gente cosas que no
existen, poco a poco una penumbra inexistente comenzó a invadirme, y toda
conexión con lo considerado real de súbito se cortó.
Dejé
de atender los llamados telefónicos de amigos y de mis mismos padres, comencé a
esconderme ante las visitas, apenas miraba una silueta rondando a las afueras
de mi hogar, me tiraba rápido a la cama, como si eso pudiese ocultarme de algo
o alguien.
De
mi trabajo fue fácil librarme, si bien mis relaciones con mis compañeros no
eran las mejores, tampoco eran las peores, bastó el pretexto de que dejaría el
trabajo a raíz de algunos proyectos personales que en pie tenía, ante ello el
jefe Gómez insistió en hacerme una mejor oferta, pero fue en vano, al
percatarse de que aquello no era económico me dijo con sabiduría; “algunas
veces solo tienes que dejar ir, no dejes que el pasado te consuma”… No se habló
más del tema...
Ya
estando en casa comencé a entregarme al mundo de los sueños, mi vida comenzó a
tornarse la vida de un asceta urbano e involuntario; primero vino el corte del agua, posteriormente el de la luz y todos
los demás servicios. Comencé a dar largos y prolongados paseos, comencé a dar
rondas por los lugares que solía frecuentar con G, con la imposible esperanza
de quizás mirarle rondar por alguno de aquellos sitios.
Durante
las noches el insomnio se me presentaba, cuando por fin lograba conciliar el
sueño, el sol comenzaba a plañir, entraba a la oscura habitación a través de
las rendijas de la persiana para parcialmente iluminarlo todo.
Fue
así como comencé a soñarla ya entrado el día, fue así como aquél sueño comenzó
a obsesionarme; la miraba a 10 metros delante de mí, la miraba a través de una
prolongada alameda, a cada paso que daba, se me hacía totalmente imposible
darle alcance, cuando finalmente estaba a punto de llegar hasta ella, de
súbito, simplemente desaparecía.
Aquél tema me mantuvo ocupado algunos meses.
Comencé a hacerme experto en el tópico, comencé a frecuentar librerías,
tiendas, artículos, e incluso neuro-psicólogos, para conocer más acerca del
sueño, y conocer la posibilidad de ser capaz de controlarlos;
Emprendí
una empresa en vano que no dio fruto, ¡fui presa de mi propia obsesión!
De
nueva cuenta llegó invierno, con el inicio de año pretendí de nueva cuenta
re-tomar mi vida, fui al viejo baúl con la finalidad de tomar el dinero que
tras años había acumulado, y no había nada. Aquello me dejó anonadado, durante
algunos segundos. Tuve que salir de casa para pedir apoyo, y dar cuenta al
mundo que yo aún existía.
Emprendí
camino hacia un teléfono público, deposité en el mismo algunas monedas que
yacían en mi bolsillo, marqué el número de casa, pero nadie atendía. Después de
marcar unas siete veces a casa, intenté contactar con mi ex Jefe Gómez, y nada.
Con
súbito enojo colgué, y comencé a caminar. Después de un par de horas de andar
rondando por las calles sin rumbo fijo, decidí que me encaminaría a casa de mis
padres, asumiendo de antemano que aquello podría resultar una total catástrofe,
ya que hacía poco más de un año que no tenía contacto absoluto con ellos.
Fue
entonces mientras caminaba rumbo a casa de mis padres cuando pasé por aquél
lugar, ¡ahí la miré sentada!, tenía que estar equivocado;
¡era G!...
Me
deposité detrás de un buzón para mirarle mejor, y que no me viese, aunque
quizás le hubiese resultado imposible reconocerme por mi descuidado aspecto,
miré sigilosamente, y en efecto era ella. Traté de acercarme con júbilo, le
toqué el hombro, su sonrisa era tan perfecta, era su sonrisa, volteó para echar
un distraído vistazo, pero nada
¡Hey!
Articulé, me acerqué con sigilo traté de tirarle del cabello, pero no surtió
efecto nada de aquello...
Salí
bastante molesto de aquél lugar, ¿qué estaba pasando? Me preguntaba de manera
iracunda y frenética, quizás era víctima de mi propio sueño, sí, debía ser eso,
todo debía ser solo una pesadilla, comencé a correr hasta la casa de mis
padres, al llegar todo estaba como cuando yo aún habitaba en dicho lugar.
Abrí
la puerta con estrépito;
¡Padre!
Articulé, tampoco hubo respuesta por parte de él.
Traté
de tomar la cerveza que tenía sobre la pequeña mesa, y nada, mi mano le daba
alcance al tarro, pero no me era posible tomarlo, traté de apagar el televisor
para que se percatara de mi presencia, y nada, todo fue en vano.
Entonces
llamó mi atención una pequeña placa póstuma que había justo a un lado del
estéreo, dicha placa tenía mi nombre, debía haber un error, quizás era un
diploma, pero a ciencia cierta yo no recordaba haber obtenido un solo
reconocimiento a lo largo de mi vida.
Me acerqué para tener una mejor
perspectiva; En efecto, era mi placa póstuma, tenía mi nombre, mi foto, y al pie
de la misma, mi fecha de nacimiento, junto a otra fecha, dicha fecha parecía
ser luctuosa, el año era de dos atrás, justo la fecha en que G. había perecido…
Entonces
comprendí todo, comprendí que ya también estaba muerto…