Se aglutinan unas tras otras,
como pequeñas células para formar un organismo, cada una de ellas han de ser
como letras, y ese es su trágico destino. Pienso puede que piensen lograr por
sí mismas su independencia sin la existencia de otras. Y ¡claro que pueden
hacerlo! pienso con absurdo entusiasmo…
Así es que la veo; arrejolada,
varada, caída de algún artesanal bolso, cargado, o simplemente colada de una de
la bolsas de lentejuelas que venden en la bisutería, ahí abandonada a su
albedrío sobre la acera de la esquina.
Las huérfanas lentejuelas son
efímeros sueños, figuras retóricas aisladas, desconocidas. Por algunos segundos
pienso levantarle al momento de su brillo impactar mi ojo, pero no tengo ojos
ni boca ni manos, ni siquiera existo, soy como esa lentejuela; nada, un
pensamiento tratando de concretarse…