Esta
resaca de nuevo se me presenta, he caído mil veces en el mismo y profundo
abismo, tan lánguido que he decidido de él no salir jamás. Las solemnes luces que
me guiaban sólo sirvieron para engañarme, para llevarme por un mal camino y
perderme en el amargo momento justo cuando más las necesitaba. Una flecha
atraviesa mi cabeza transversalmente, dicha flecha ha sido infectada con los lúgubres
jugos de la zozobra y la melancolía. Por el momento si el sol se cansa de salir
es algo que ya no me interesa, pues ésta oscuridad será al menos para mí
perpetua.
Dicen
que el malestar no es eterno, hipócritas, ¡ése no es mi caso!, vivo de la
limosna que me da la preocupación cada día, trago todo lo que me arroja el
dolor y los rencores, ahí voy yo arrastrándome tratando de tomarlos con mis
marchitas manos, pero éste deseo absurdo de subsistir apenas lo pienso ya se
desvanece, se desvanece como turbia agua desangrándose entre mis dedos. Soy
ajeno a mí por no tomar el control de mi vida, por sentirme timado al no haberla deseado, y
por hacer la misma apuesta todos los días cuando no hay otra opción que la pérdida,
estoy vacío, de alguna u otra manera sé que volveré a casa, que al final
volveré a rastras a ese infinito abismo del cual he salido...
D.D, 2015