lunes, 30 de septiembre de 2013

MÉTODOS NIHILISTAS.



Ya déjate de mamadas decía mi abuela Margarita madre de mi madre cada vez que la visitaba. Recuerdo que tenía “sus ungüentos de mariguana para sus dolores” bien guardaditos. En mis tiempos de estudiante siempre me ví en la penosa y conchuda necesidad de tomarle un poco de su mercancía para llenar mi pipa e irme muy bien equipado a la facultad de ciencias políticas, no es porque fuera un adicto, así como mi abuela la necesitaba para calmar sus dolores, yo también la utilizaba para calmar mis dolores mentales ante tanta estupidez humana, estupidez que miraba  al atravesar toda la ciudad para poder llegar al centro universitario al cual asistía.

Margarita era una mujer íntegra, mi abuelo murió feamente atropellado después de una larga jornada laboral aproximadamente  por 1000 carros justo el día de mi nacimiento, siendo reducido de este modo a mera estampa postal adornando de rojo carmesí el pavimento, al menos eso me contaron los vecinos amarillistas, por eso me llamaron como él, Jacinto.
Mi madre estuvo casi a punto de abortarme, se puso realmente mal cuando se enteró que mi abuelo había fallecido, razón por la cual me evacuó por su gorda y voluptuosa barriga, no por su vagina…

El trabajo siempre me ha parecido un mal para la sociedad y la libertad del hombre, prueba de ello Jacinto mi abuelo, atropellado por estar cansado, el trabajo la causa de todos los males, causa de que yo hubiese salido de una barriga, y no de modo natural de una vagina.

…"Sáca la cabeza del culo y pónte a trabajar" me decía mi abuela cada vez que la visitaba para comer en compañía de mi novia ó mis amigos. Yo siempre portaba mis libros de Bakunin, de Mao tse tung, y a huevo de Karl Marx (aunque para ser sincero no entendía ni madre alguna de ellos), en espacios públicos, debo aceptar, con ellos bajo el brazo me sentía más seguro, así como imagino deben sentirse las personas que portan camisas con el emblema del che (se ven bien padres).

Ya en la azotea de la casa de mi abue ponía en el alto parlante que ahueviorísticamente me prestaba vinilos de los doors, mientras me echaba unas caguas con los compas de la escuela, así dejaba ir los días.

Sí ella renegaba (porque eso sí, no sabía renegar, y quejarse), yo rápidamente argumentaba:

-.“¡Los artistas no trabajan abuela!”

*.Eres un cabrón mantenido, ya verás lo que es la vida, me decía…

Yo lo ignoraba, hubiese sido mejor haber hecho caso. Aunque para ser sincero tenía planeado morir joven, como esos rockstar´ s satisfechos a los 27 pasados de dosis, pero ni para eso fui bueno.

Fue pasando el tiempo, mi juventud, mi etapa de aprendizaje se fue con cada otoño que veía transcurrir, con cada vecino ir y venir del trabajo, mientras yo me quedaba rezagado en mi casa, ó los bares aledaños a la escuela según fuera el caso. Las amistades se disiparon, algunos de mis amigos hicieron maestrías en recreación y demás cosas por el estilo. Mi chica me dejó y yo hice nada. Yo caí en una profunda depresión, traté de terminar con mi vida, intenté de todo, desde pasar una noche completita en la azotea, hasta colgarme de la regadera, lo único que logré fue darme un buen madrazo en la cabeza.


Actualmente me arrojé desde un primer piso de aproximadamente dos metros de altura que no me produjo algún relevante  daño, sólo me dejó en esta silla de ruedas haciéndome añicos toditita la cadera, y por supuesto más inútil…

lunes, 9 de septiembre de 2013

9913



Algunos días simplemente dejo fuera de mi ventana correr los días,

Con el riesgo perpetuo de quedarme rezagado en este leteo,

En las cervezas y cosas con los que trato de tomar vertientes,

Caminos fáciles que resultan más difíciles

Que entierren en algún surco de mi cabeza esta realidad

Trato de perder el tiempo, y este en sus celdas me enreda y pierde.

Martirio constante

Que pasa entre insomnio ó sueños de ejecuciones

Que se llevan  lo único que quiero

Sueños en los que soy esclavo y verdugo.

Ya no encuentro más satisfacción

en la hegemonía de los barbitúricos y las cosas buenas


que solía resguardar, a las cuales se solía

someter mi cabeza…