domingo, 29 de marzo de 2015

Marzo

Podría pasar un siglo y yo seguiría exactamente donde mismo. Con cada muerte la vida me ha enseñado que no tiene nada deparado para mí, pues a pesar de mi corta existencia me da por sentir a modo irracional que ya lo he visto todo, o  al menos con precisión que no me queda ya nada más por mirar.

Cuando cae el telón todas las cosas van perdiendo el encanto, se van quedando sin ese maravilloso pigmento que durante la niñez las teñía, en fin sin ese maravilloso velo que las resguardaba, que a menudo nos engaña;

El mar, la lluvia, el sol, los días, todo ha perdido la gracia, los caminos recorridos y por recorrer sólo cansan incluso antes de iniciarlos. Siempre estamos donde mismo, en éste pedazo de tierra.


Dicen que el universo es inmenso, pero yo de eso no sé nada. 

Y YO, YO…  uno de los yoes, de tantos miles de millones que han vivido, Yo el peor de la estirpe, el que intenta lo mejor, YO, como esos millones que albergan esperanzas, sueños e ilusiones, que se empecinan por vivir, que se aferran a la vida, ese YO de los tantos yoes que acabaré no en otro, sino en el mismo lugar…