martes, 6 de febrero de 2024

Las cosas vanas

 

A menudo el mejor bálsamo contra la desesperación es lo cotidiano. Llegar a casa con el alma rota, y solo encender el televisor, darle oportunidad al zapping y mirar la cosa más vulgar y desprovista de toda materia filosófica o sentido.

Hay un gran alivio en el contemplar las cosas vanas de la vida, como destapar una tras otra caguama y sin saberlo pensar cómo el tiempo se queda sin su contenido; esos valiosos minutos que perdemos viendo el televisor mientras la tia juana prepara cualquier alimento en una tarde de febrero, sin saber ni preocuparse que jamás en un futuro los recuperaremos. Heidegger, Heráclito pueden seguir esperando en el viejo y empolvado estante junto al solitario souvenir de Mickey mouse

Entonces éste (el futuro) tan lejano que nos parecía llega, se aproxima, como un golpe inesperado, devastador preguntando si pusimos atención a aquél platillo que vimos momentos antes,  años antes cocinarse en el presagio de alguna fulana primavera.

Jamás de nuevo estaremos ni seremos como somos, pero las cosas vanas de la vida, siempre permanecerán allí para días como éstos.

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